Hola!
A nuestros seguidores de Notas de Luz. Bienvenidos una vez más a nuestra
página.
Seguimos
con el tema de la flexibilidad.
La flexibilidad es un recurso que todos tenemos para hacernos la vida más
agradable; adaptarnos a los cambios,
procurarnos mayor bienestar y vivir en plenitud.
"No puedo cambiar la dirección del viento pero si ajustar mis velas para llegar siempre a mi destino".
James Dean
Como dice la frase de James Dean que acompaña a este artículo, podemos
accionar sobre aquellos elementos que están bajo nuestro control. La respuesta
que demos a los cambios del viento- de la vida- es la clave para hacer nuestras
metas realidad.
Muchas veces se confunde la flexibilidad con rendirse, ser débil de carácter,
darse por vencido. Todo lo contrario la flexibilidad es una estrategia muy
efectiva para alcanzar una meta.
Para ser flexibles es
imprescindible ver la realidad sin negarla, querer esconderla o desfigurarla.
Si la gente que está en el barco niega que se encuentra en un barco, jamás
llegara a tierra. Sencillamente no realizarán las acciones necesarias para
desembarcar porque sus mentes están desconectadas de la realidad. Por otra
parte, si estas personas dejan que el viento dirija la embarcación a cualquier
lugar, es posible que lleguen a un destino no deseado o que se estrellen con
alguna formación rocosa. El equilibrio entre entender la realidad y accionar de
una manera proactiva es la clave. Luego de tomar acción es necesario detenerse
a “escuchar” el efecto de nuestras acciones y volver a cambiar el curso de la
nave si es necesario. Interactuar con el entorno, escuchar lo que sucede, ver y
no voltear la mirada son fundamentales para tomar decisiones conscientemente.
Vivir es un arte que se parece al manejo de un velero o de un automóvil.
Es necesario estar presentes y alertas a lo que sucede en el AHORA y sin
embargo tener claro el destino al que queremos llegar.
Cuando manejamos podemos encontrarnos una calle ciega. En ese momento
entendemos que nos equivocamos, hacemos un giro y tomamos otra ruta. Si persistimos
en que ese era el camino para llegar a nuestro destino, nos quedamos atascados allí.
Luego rogamos a Dios que nos ayude o peor aún lo culpamos, culpamos la mala
suerte, a la vida o al vecino de al lado de nuestra situación.
Supongamos que estas en una parada de autobús luego de una jornada de
trabajo larga y pesada y estas bajo una fuerte lluvia con hambre y frio y ves
que no pasa ningún transporte público. Tu destino es llegar a casa pero pesa el
cansancio, el hambre y el frío.
Una alternativa es quedarse allí parad@ el tiempo
que sea necesario esperando a que algo suceda y soportar estoicamente la
inclemencia de la situación hasta que pase un autobús que te lleve a casa. Posiblemente
termines fatigad@, exhaust@, hambrient@, de mal humor.
La otra opción es buscar un café donde puedas comer algo, reponerte del cansancio, calentarte y hacer una pausa antes de llegar a tu casa.
En las dos opciones la meta es la misma: llegar a casa.
En la segunda opción “se ajustaron las velas” para poder continuar sin
dejar de tener presente el destino al que se quería llegar. Hay una
flexibilidad en este caso que entiende siente y escucha una realidad que duele:
cansancio, hambre y frio. Inmediatamente se percibe el problema y se atiende.
En
el primer caso se ignora el problema y se forza la embarcación al límite (mente
y cuerpo), ocasionando un desgaste innecesario y un auto-maltrato inmerecido.
Las personas flexibles ven el lado positivo de las cosas y aunque no
resultan como ellos pensaban, disfrutan de la vida, viven mejor, se abren a nuevas maneras
de pensar y aprecian las pequeñas bendiciones del día a día. Y lo mejor de todo es que también alcanzan sus metas.
Elije ser feliz. Está en tus manos.
Bendiciones y Luz para todos!
Liliana
Compártelo con alguien más haciendo
click en el sobrecito que está al final de este post. El conocimiento es valioso. Compártelo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario